El mazo contra la calle: Banksy, Palestine Action y la justicia que borra la protesta
El borrado de un mural de Banksy en Londres revela cómo el Reino Unido criminaliza la protesta al catalogar a Palestine Action como terrorismo.


El mural que el Estado no quiso ver
Un juez pintado por Banksy, mazo en mano, golpeando a un manifestante. Esa fue la imagen que apareció en la fachada de los Tribunales Reales de Justicia de Londres. Una obra de valor incalculable, tanto por su autor como por su mensaje: la justicia convertida en arma contra la protesta.
La respuesta del Estado fue inmediata: cubrir el graffiti, borrarlo y abrir investigación por daños criminales. Más que proteger el edificio, parecía un intento de borrar la vergüenza de ser juzgado públicamente.
El arte como espejo incómodo
El valor del mural no estaba en la pared, sino en lo que señalaba. El arte importa precisamente cuando incomoda, cuando muestra lo que los discursos oficiales esconden.
La obra apareció justo después de que más de 900 personas fueran arrestadas en Londres por protestar contra la prohibición de Palestine Action bajo la legislación antiterrorista. La coincidencia no pasó desapercibida: aunque Banksy no lo confirmó expresamente, los símbolos eran claros.
¿Quiénes son Palestine Action?
Palestine Action es un movimiento de acción directa nacido en 2020, conocido por ocupar y sabotear instalaciones de empresas de armamento vinculadas a Elbit Systems, proveedor de armas para Israel.
Sus acciones van desde bloqueos pacíficos hasta sabotajes menores con pintura roja o cadenas humanas en puertas de fábricas. Hasta ahora eran tratados como delitos menores de desobediencia civil.
El salto llegó cuando el Reino Unido los catalogó oficialmente como grupo terrorista. Eso implica que cualquier ciudadano que done, apoye o incluso comparta su mensaje puede ser perseguido bajo leyes antiterroristas.
Borrar paredes, borrar voces
El mural borrado y la criminalización de Palestine Action responden a la misma lógica: el poder no dialoga con lo que lo incomoda, lo borra.
- Borrar un graffiti.
- Borrar una voz crítica.
- Borrar una protesta legítima.
El mazo golpea más fuerte que la porra, porque no solo reprime: legitima la represión con el sello de la justicia.
¿Qué queda de la justicia?
Cuando un juez pintado por Banksy aparece como verdugo de un manifestante, y la respuesta del Estado es borrar la obra y multiplicar detenciones, surge una pregunta inevitable:
¿Qué queda de la justicia cuando ya no protege al débil, sino al poderoso?
El mural ya no existe, pero el recuerdo persiste. Y tal vez eso sea lo que más teme el sistema: que incluso borrado, el arte siga siendo un espejo imposible de cubrir.
✦ Este artículo forma parte de EL MURO, la sección de URBAWAKE donde analizamos cómo el poder moldea la realidad.
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